Bienvenidos a mi infierno terrenal

Me acusaron de intolerante, de agria, furibunda y de mal carácter. Jamás me defendí porque es la pura verdad.
Comparto acá mis odios mas ardientes.

sábado, 5 de marzo de 2011

67) Los boleteros

No hay empleados mas antipáticos, asquerosos, mal educados, resentidos, agresivos, patoteros, desinteresados en su labor que un boletero.

No os ofendáis, amigos boleteros, que inútil sería de mi pretender una generalización imprudente (estoy leyendo Oliver Twist, banquenme un toque) que os refiero a aquellos que ningún hombre habituado al transporte público sobre vías haya tenido el bien de no experimentar.

No creo que debe ser el sueño de nadie hacer carrera de boletero.

Aún y así con la taza de desempleo actual creo que por las horas que trabajan la paga no es una miseria, y que relativamente es muchísimo mejor que ser lava baños públicos. Sin embargo, si alguna vez te acercas al baño público estas personas te van a tratar con mucha mas amabilidad que un boletero.

Debe ser una de las únicos rubros de atención al público donde el empleado puede atender con total libertad de mala gana a sus usuarios. Es más, hasta creo que deben ser entrenados teatralmente. Los ves divertirse parloteando con sus compañeros, y cuando un usuario se acerca automaticamente entran en el estado tranformandose en la representación viva del hastío humano.

Quizá no sabemos que el gremio boletero es en realidad una subcultura en contra de los buenos modales y la cordialidad, por lo que no solo no son amables, sino que si recibieran amabilidad te miran con el desprecio que miran a un pedazo de mierda después del asado del Domingo.

No solo que contratan a tenias humanas sino que casi nunca están disponibles la cantidad de boleterías necesarias abiertas Y TE RE CAGA EL ODIO ver que está lleno de gente atrás de la ventanilla pelotudeando mientras distraen al infradotado de turno que atiende a la gente.
¿Y por qué semejante insulto? Porque sus responsabilidades son 3: recibir la información de cuántos boletos o hacia dónde, entregar el/los pasaje/es y entregar el vuelto si es que corresponde. Pero resulta que MUCHAS MUCHAS MUCHAS veces no te escuchan, te dan cualquier cosa o te dan mal el vuelto. Osea... Tienen el trabajo MAS BÁSICO, AUTOMÁTICO Y SIMPLE del mundo y ENCIMA EXISTE MARGEN DE ERROR.

Y no es intolerancia, porque no me molestaría tanto sino te miraran como si fueras un asesino de chicos porque ELLOS no te escucharon. Y mas si no fuese PORQUE NO TIENEN GANAS DE DEJAR DE PELOTUDEAR CUANDO ATIENDEN .

Me ennegrece el día verlos sin impunidad  haciendo pagar a los usuarios por su malograda vida.

Ejemplo. Silvina E. de la estación de Lanús: se la pasa hablando por teléfono mientras atiende, prioriza cebarle el mate al compañero antes de las 17 personas de la cola, es necesario repetirle mínimo 3 veces el destino, cuando ve conocidos se queda dándoles charla, tiene impedimentos motrices para tomar las monedas. Es lo PEOR que le pasó al gremio boletero por lejos. Es una IDIOTA. No veo una sola vez que haga las cosas ágilmente.
Hoy pagó una señora y se hizo a un lado, pago un señor y me tocaba a mi. La señora se acerca y le dice "mirá me diste mal". La tuvo discutiendo durante al menos un minuto y medio sobre con cuánto le había pagado, que se tendría que haber dado cuenta antes, que no podía ser error suyo, bla. Ya con la yugular como bolita de navidad le digo "Perdoname ¿Te puedo pedir un segundo el boleto que llego tarde?" "NO, ESPERA"................ .................... Osea ¿ESTAMOS TODOS LOCOS? La inservible no solo no se da cuenta que es una inservible, ni que una mina no va a perder el tiempo por robar un peso, ni que solamente logra atrasar más a la gente sino que además NO TIENE NI EL MÁS MÍNIMO RESPETO CUANDO ALGUIEN AL QUE ESTÁ ROMPIENDO LAS PELOTAS LA TRATA CON RESPETO.

Pero claro. Pobre Silvi. No va a llegar a mucho porque si no tenes media falange de frente que se necesita para afrontar ese trabajo, no es posible que te otorgen mayores responsabilidades, al igual a la petisita cara de leche que hoy escuché decir "ay cada vez que te ponen cara de orto porque no escuchas me da ganas de dar vuelta y cagarlos a trompadas"... Porque claro, tiene tan poco control de su patética vida, que lo máximo que puede hacer es largar una "amenaza" atrás de un vidrio que jamás cumpliría porque solamente finge un coraje que jamás se forjó porque ni siquiera puede decírtelo en la cara. Y bueno, la vida siiigue y ella no se mueve de ahí.

Realmente no entiendo el sistema. Te tratan como salvajes y exigen ser tratados como superiores.

Y para cerrar y aclarar: no me importaría sus fallas si al menos tuvieran afabilidad y respeto.
No podes pretender respeto cuando vos mismo no respetas lo que haces y lo haces de la peor forma.

martes, 1 de marzo de 2011

65) Hacer colas

Esta vez no voy a usar palabras propias para explayar mis sentimientos, sino que voy a tomar prestadas las del muy respetado Charles Bukoswki. Claramente no es un ejemplo a seguir, pero siento que comparto muchas de sus opiniones y puntos de vista y admiro su capacidad de expresión, y no veo otra forma de hacer este posteo, porque después de haberlo leído no hay nada más que pueda agregar.

"Me daba cuenta de que en América y probablemente en cualquier parte del mundo era una obligación guardar cola. Lo hacíamos en todas partes. El carnet de conducir: tres o cuatro colas. El mercado: colas. El hipódromo: colas. El cine: más colas. Yo odiaba las colas. Pensaba que debería de haber algún modo de librarse de ellas. Entonces me llego la respuesta. Tener mas empleados. Si, ésa era la solución Dos empleados por cada cliente. Tres empleados. Que hicieran la cola los empleados.
Sabía que las colas me estaban matando. No podía aceptarlas, pero todo el resto del mundo lo hacía. Todo el resto del mundo era normal. La vida les parecía bella. Podían estar en una cola sin sentir dolor. Podían estar en una cola durante siglos. Incluso les gustaba guardar cola. Charlaban y gesticulaban y sonreían y flirteaban con el del al lado. No tenían otra cosa hacer. No podían imaginarse otra cosa que hacer. Y yo tenía que mirar sus orejas y bocas y cuellos y piernas y culos y orificios de la nariz, todo eso. Podía sentir rayos de muerte manando de sus cuerpos, y escuchando sus conversaciones me sentía como gritando: <<¡Cristo, que alguien me ayude! ¿Tengo que sufrir todo esto solo para comprar una libra de hamburguesa y una rebanada de pan seco?>>"

Indudablemente, una de las grandes mierdas sociales