No existe un pelotudo más grande y confirmado que aquel que gastaste 200 mangos para tener el brazo levantado y tener un ojo en el escenario y otro en la pantallita.
No se va a escuchar, menos se va a ver, y mucho mucho menos vas a tener la intención de mirarlo. Jamás.
La pelotudez reside más que nada en que hay profesionales con instrumentos profesionales para captar de manera eficiente esos momentos, y una instalada red de distribución gratuita e instantánea para que tengas acceso al recuerdo de dichos momentos, sin necesidad de insistir en molestar al de al lado para que te lleves un poco menos de espacio en tu telefonito de mierda con 4 pixeles de resolución.
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